En este momento estás viendo Esta pareja de sociólogos peruanos creó una marca de café cultivada por mujeres en nueve países del mundo

Esta pareja de sociólogos peruanos creó una marca de café cultivada por mujeres en nueve países del mundo

Víctor Rojas Díaz e Isabel Uriarte Latorre, fundadores de la exportadora Proassa, crearon la marca “Café Femenino”. Partieron con caficultoras de Lambayeque, Amazonas y Cajamarca. Actualmente, mujeres de ocho países más cultivan y exportan café con el mismo sello.

Isabel Uriarte Latorre y Víctor Rojas Díaz se conocieron en la universidad, en Lambayeque, cuando estudiaban sociología. Se graduaron en 1978 y han pasado varias primaveras desde entonces y mucho más. Nacieron sus tres hijos. Crearon una organización no gubernamental para asistir técnicamente a pequeños productores, que se transformó luego en la Central de Cafetaleros de Nororienteo (Cecanor). Luego vio la luz Proassa, la empresa exportadora que fundaron en 1995, al darse cuenta de que el cuello de botella de los productores era el acceso al mercado

Hoy la pareja es dueña del 20% de Proassa, a la que abastecen con unos 20.000 quintales (1 quintal es igual a 100 kilos) de café orgánico certificado, cuenta Rojas. Se trata de una alianza comercial estratégica exclusiva entre la central y esa empresa, bajo la cual la compañía monitorea la calidad del producto y articula con los importadores.

Del volumen total de café provisto por Cecanor, 11.000 quintales son producidos en tierras gestionadas por 565 mujeres, que se han convertido en el motor de la organización. Su café hace parte de los lotes que la empresa exporta en grano verde con la marca “Café Femenino”.

“El trabajo es familiar. No es que las mujeres trabajen el 100% de las fincas, así como [tampoco] los hombres hacen el 100% de las actividades. Pero el café que cultivan en la finca de las mujeres es separado de la cosecha. Tiene todos los procesos de despulpado y fermentado. En el acopio, va con su propia marca. Todo se separa y se vende con la marca Café Femenino”, repara Uriarte, en relación a la marca que ellos mismos crearon y registraron en Perú.

La idea de crear la marca “Café Femenino” la disparó una realidad latente en las zonas productoras agrícolas. “Vimos que los beneficios de [la certificación de] Comercio Justo no iban en su totalidad a la familia, porque, cuando dábamos las liquidaciones o los reintegros, los socios se iban a festejar con ese dinero. Veíamos que iban a las cantinas”, cuenta Uriarte, a cargo desde el año pasado de la gestión de responsabilidad social y ambiental de Proassa, después de 25 años como su gerenta general. Por Comercio Justo (o FTO, por sus siglas en inglés) se refiere a la certificación que establece un precio mínimo de exportaciones para pequeños productores.

“Eso nos impulsó a ver cómo promovíamos con mayor fuerza la participación directa de las mujeres”, continúa Uriarte. Entonces, se les ocurrió una solución: facilitar el acceso a la propiedad de la tierra a las mujeres caficultoras. Pero también al mercado, a partir de la creación de una marca (Cafe Femenino) que generase precios con ‘premio’ y, a la vez, resultase en un negocio virtuoso para sus familias. De hecho, por quintal, cada enero Proassa paga US$5 adicionales por el café cultivado en los fundos de las mujeres, informó la empresa.

 

Productoras peruanas de ‘Café Femenino’. Caficultoras de ocho países más producen con el mismo sello, siguiendo su estándar de calidad social y ambiental, explican en la empresa. Foto: Proassa

En 2004, la compañía empezó a exportar la marca. Despachó dos contenedores (290 quintales) de “Café Femenino” a Estados Unidos a través de la empresa importadora OPTCO (Organic Product Trading Company), que es socia de Proassa (posee el 8% de las acciones).

A diez años de aquellos embarques, Uriarte señala que el proceso de acceso a las tierras para cultivar “Café Femenino” por parte de las mujeres fue gradual. En su mayoría, han sido acuerdos intrafamiliares respaldados por la venia de un juez de paz. Explica que lo que impulsó el éxito del proceso fue que los socios hombres de Cecanor advirtieron que “los beneficios [de la marca] iban a ser empleados en la familia”.

“La mujer, cuando recibe reintegros o liquidaciones, corre a la tienda a comprar alimentos, por lo general. Entonces, ese beneficio, que los hombres también evaluaban que era para la familia, permitió que ellos vayan cediendo poco a poco la propiedad de la tierra, porque antes estaba solamente en sus manos. Incluso, las herencias de las mujeres las habían absorbido los hombres”, dice Uriarte.

 

Uriarte Latorre y Rojas Díaz crecieron en el seno de familias de pequeños productores de cultivos de pan llevar. Foto: Cortesía

Además de una mayor tenencia de la tierra por parte de las mujeres, los sociólogos cuentan que, en las zonas productoras, observan que la violencia familiar ha disminuido y que las familias se han capitalizado y pueden enviar a sus hijos e hijas a estudiar a la universidad. Se trata de evidencia cualitativa. La data cuantitativa está dispersa en sus planillas administrativas, dice Uriarte y reconoce la necesidad de ordenarlas para responder a preguntas como “¿cuántos hijos van a la universidad?” y “¿cuánto han aumentado los ingresos de los agricultores?”, entre otras asociadas a mejoras en la calidad de vida de las familias. 

Al respecto, la fundadora comenta que, al trabajo de asesoría técnica, financiamiento y certificación que brindan a Cecanor, se suman programas de empoderamiento y liderazgo de mujeres y de jóvenes en las zonas productoras. En el caso de los jóvenes, la empresa busca promover su arraigo al lugar contra la tendencia a migrar a las ciudades.

Los programas son financiados por la fundación “Café Femenino”, constituida en Estados Unidos, por su socio importador. 

“[El acceso a la propiedad de la tierra] creó un ambiente de seguridad y empoderamiento de las mujeres. En muchas comunidades, se ha disminuido sustancialmente la violencia [en el hogar]. Como sabemos, la violencia en el campo, en los lugares donde los niveles de educación son más bajos, es más brutal, más visible. Ese creo que es un logro fundamental” 

Isabel Uriarte Latorre

 

UNA MARCA GLOBAL 

Actualmente, “Café Femenino” es cultivado en otros ocho países productores en América Latina y Asia (Bolivia, Colombia, México, Tanzania, Indonesia, Kenya, Guatemala y Nicaragua), cuenta Uriarte Latorre y señala que dicha expansión se dio gracias a una alianza con su socia importadora OPTCO, que participó de la creación de la marca junto con tostadores. “En Brasil, estuvo el programa también, pero no pudo sostenerse por estándar de calidad; y en República Dominicana por una severa plaga en la que perdieron toda su plantación”, añade Uriarte Latorre.

Y ve lo bueno. “[Si] nosotros nos hubiésemos quedado con nuestra idea, seguramente registrábamos la marca en Perú, pero no teníamos la capacidad de hacerla global; [y] que otros países hermanos productores de café puedan participar. No teníamos posibilidad de llegar a tantos clientes”, repara.

La internacionalización también tuvo que ver con dinámicas propias del mercado. “La demanda del mercado [por Café Femenino] iba creciendo y el cliente [el importador] necesitaba tener proveedores de otros países”, cuenta a su turno Rojas Díaz, que cuando lanzaron el sello era el gerente general de Proassa.

Raúl Rojas y Paola Rojas, responsable del mercado interno de Proassa. Foto: Cortesía

¿A qué mercados llega la marca desde Perú? Según Rojas, Proassa exporta unos 8.000 sacos (4.800 quintales, equivalentes al 25% del volumen total que gestionan como empresa) a más de 60 tostadores Estados Unidos, Canadá, Australia e Inglaterra, donde atienden a más de 60 tostadores. Con la certificación Comercio Justo, Orgánico y Rain Forest Alliance, la empresa, cuya presidencia ejecutiva actualmente está en manos de Sebastián Mendonga, exporta a Inglaterra, España, Italia y Austria.

Además, en este momento, la firma está explorando exportar a Japón, país al que los fundadores viajaron la segunda semana de ejulio como beneficiarios de un programa de internacionalización cofinanciado por el Estado nipón. Según puntualizan, los quintales producidos en Perú suponen el 60% de “Café Femenino” que se vende en el mundo. 

“Estamos haciendo diversas actividades para fortalecer nuestra presencia en el exterior como exportadores de cafés especiales certificados”, dice Rojas Díaz, en relación a la apuesta por Japón. Es que la compañía también exporta dos cafés especiales orgánicos certificados producidos por la comunidad campesina de Penachí y la comunidad indígena de Kañaris, en Lambayeque. [Ambas marcas de cafés llevan el nombre del lugar de origen]

Contra el año pasado, las exportaciones de café en grano verde de Proassa crecieron 10%, precisan los fundadores. El mercado externo representa el 95% de las ventas de la firma, que también atiende, desde 2020, al mercado nacional, una división a cargo de sus dos hijas, Paola y Claudia. 

En Perú, venden el grano tostado de manera online a través de Rappi, su página web y redes sociales y cuentan con distribuidores en Lima, Chiclayo, Trujillo y Cajamarca. Según cuenta Paola, el volumen de ventas se mantuvo “estable” en el último año. En total, para 2024, la empresa estima que sus ventas –externas y nacionales– crecerán 10%.

MÁS MUJERES 

A raíz del crecimiento de la demanda de cafés especiales a nivel internacional, Proassa ha comenzado a trabajar por primera vez en casi treinta años con asociaciones de caficultores externas a Cecanor. El plan incluye a más mujeres. 

“En perspectiva, no queremos que exista esa relación exclusiva, única, entre Proassa y Cecanor, porque la dinámica del mercado a veces exige otras características y volúmenes, entonces Proassa tiene relación comercial con otras organizaciones para exportar su café en condiciones parecidas a Cecanor”, dice el fundador.  

A la fecha, la empresa ha empezado a trabajar con tres asociaciones de caficultores, cuando con su propia producción no logra cubrir los contratos con clientes. En este caso, Proassa les exige que mantengan sus certificaciones orgánicas vigentes. Bajo esta modalidad, se han sumado a “Café Femenino” unas 200 mujeres adicionales. Este y el próximo año, la compañía proyecta incluir a unas 100 mujeres más, adelanta Uriarte Latorre y confirma que ellas también recibirán el bono adicional por la marca. “El premio se transfiere a las organizaciones y estas [lo] distribuyen a las mujeres que participan en las ventas”, puntualiza.

HECHOS RELEVANTES 

  • Rojas Díaz es también economista y director independiente de la exempresa azucarera y ahora exportadora de palta y arándano Agrícola Cayaltí. Tras comenzar el negocio cafetero, junto a su esposa, decidió estudiar una Maestría en Gestión. Además, fue uno de los fundadores de la Caja Rural de Ahorro y Credito Sipán, que se disolvió voluntariamente hace dos años, informó el también empresario. La entidad promovía el acceso al crédito entre los caficultores, indicó el ejecutivo.
  • Con la Fundación Café Femenino, la empresa impulsa la implementación de una Escuela de Formación Campesina, que forma a jóvenes como inspectores internos y promotores campesinos. Estos últimos ayudan a los productores (que, en su mayoría, son de la tercera edad). También han lanzado un programa de crianza de abejas para la producción de miel de abeja de cafetales.

Deja una respuesta